Pocos podían apostar por una victoria del Alavés en el Camp Nou, pero los que lo hayan hecho seguro que se han llevado un buen pellizco. El recién ascendido se llevó los 3 puntos en Barcelona en un partido loco y que estuvo marcado por la falta de concentración de los jugadores culés. ¿El Barça se confió? Sin duda alguna, sí.
Lucho salió con una alineación poco habitual pensando que sería un partido fácil y poniendo un ojo en la Champions. Piqué y Sergi Roberto no estuvieron convocados para darles descanso, Ter Stegen se lesionó a última hora, la MSN no arrancó de inicio y otros jugadores titularísimos comenzaron en el banquillo. El partido comenzó con intensidad por parte de ambos equipos; el Barça lo intentó pero no tenía su día, mientras que el Alavés se mostró muy solido en defensa y supo crear peligro en los contraataques. Le plantó cara a la situación y le metió miedo al Camp Nou al irse al descanso con ventaja gracias al gol de Deyverson.
Lucho no movió ficha y el Barça salió con garra, Mathieu igualó rápidamente la contienda; pero el Alavés supo reponerse y pudo haber vuelto a adelantarse de no haber sido por el gol anulado a Edgar. Luis Enrique no vio las cosas claras y sacó toda su artillería: Messi, Suárez e Iniesta. ¿Qué ocurrió? Que Ibai anotaría el gol definitivo para los vascos.
A partir de ahí se escucharon los primeros pitos en el Camp Nou. Abucheos a las filigranas de Neymar que no iban a ninguna parte, a la pérdida de balones absurdos, a la carencia de intensidad y a la falta de concentración. Todo parece haber sido un mal día acusado por un exceso de confianza. Lo claro es que es que el Alavés jugó su papel y se llevó un enorme y merecido premio. En su visita al Calderón también sacó una tajada y eso es digno de admirar. Por su parte el Barça ahora se debe reponer de este mazazo y, la mejor muestra, es hacerlo en la Champions.
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